domingo, 28 de septiembre de 2008

¿Crisis? ¿Qué crisis?

Petarnautas, petardícolas. Todo tipo de seres petardoides:

Sé que estáis ahí (no tengo más que observar ese marcador que sube como la inflación, o como un pastel correctamente horneado). Yo también estoy ahí, aunque no lo parezca. Sí, sé que os he tenido un poco abandonados... pero es que os estaba maleducando. Os estaba acostumbrando a mis “siete entradas mensuales”... y no puede ser. Sí, ya sé que el siete es un número mágico y cabalístico, sagrado casi... ¡pero es que yo no respeto ni a las cifras!

Lo bueno ha de hacerse rogar, y más cuando estamos hablando de una diva. Además, una petarda media es inconstante por naturaleza. Para colmo yo no soy una petarda media, soy una petarda de alto rango, una Petarda Máxima. Lo mío es Alto Petardeo, ya sabéis. O sea, que puedo llegar a ser la inconstancia personificada, aunque en el fondo pertenezca a una extraña variedad conocida como "hormiga anfetamínica". Vamos, que yo soy excesiva para todo, tanto para trabajar como para vaguear.

De todos modos, a pesar de mi apariencia divina... soy humana. Lo que ha ocurrido es que la tan mencionada crisis ha llegado también a este blog. Por supuesto que la mía no se trata de una crisis económica, ¡qué vulgaridad! Tampoco hablamos de una crisis de identidad (aunque esto último sería más factible), puesto que a mis años, y con mi arrolladora personalidad, esto ya casi no se da (por mucho que una ostente –en precario equilibrio- varias personalidades, ¡soy un poco tripolar!). En cuanto a mi imaginación, mi inventiva, etc, también se encuentran en perfecto estado de salud (o al menos con el mismo que de costumbre), de tal manera que de crisis creativa, nada. Crisis nerviosa tampoco... porque de hecho ese es mi estado normal.


Yo hablaría abiertamente de una crisis de pareja. No, por supuesto que no hago referencia a la que formo con Malyzzia. Me refiero a otra tanto o más interesante/estresante... la que formo con mi ordenador. Bien, pues no nos hemos puesto de acuerdo, y las pocas veces que me he animado a esa simbólica cópula, o me encontraba con que no tenía nada que decirle, o en el mejor de los casos éramos vilmente interrumpidos en el momento de poder llegar a crear algo. Estas cosas a veces pasan.

Por otro lado, en este mes de octubre he tenido tantos y tantos quehaceres que, la verdad, he relegado a mi blog al final de la cola de mis asuntos pendientes. Pero ya se sabe que los últimos serán los primeros (?), que la cabra siempre tira al monte y que el asesino siempre vuelve al lugar del crimen, por muy perfecto que sea este.

Y aquí estoy YO de nuevo, dispuesta a seguir imponiendo mi criterio en esta pequeña ciber-parcela, reserva espiritual del petardeo patrio. Dispuesta a continuar ignorando cualquier eventual crisis más o menos pasajera, más o menos mía, o más o menos mundial.

Amigas petardas... la crisis no existe (!), porque la crisis no es más que un estado de conciencia, una aptitud, una actitud que podemos vivir con toda la alegría y toda la ceguera que se nos antoje. Porque como dijo Santa Teresa –y yo sigo mucho sus enseñanzas, porque era una visionaria de muchísimo cuidado, y probablemente una punky también-: “Nunca pasa nada. Y si pasa, qué importa. Y si importa... ¡qué pasa!”. Me encanta Santa Teresa.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Divas Latinoamericanas forever

En mi libro CURSO DE GLAMOUR PARA PRINCIPIANTES, probablemente más petarda que el propio MANUAL DE LA PERFECTA PETARDA (aunque, por otro lado, MDLPP en realidad tuviera más glamour que CDGPP...), dedico un capítulo a las DIVAS LATINAS que más me han impactado a lo largo -y ancho- de mi vida. Ahora ese capítulo (documentado con unas fotos que en mi libro no tuve oportunidad de usar) se lo dedico a todas las PETARNAUTAS latinoamericanas que visitan este blog... ¡muchas gracias! (¡pero a ver si dejáis algún comentario, cerdas!)


DIVinas LATinas

Hay toda una suerte de personalidades latinas, todas ellas de primer orden, que no van a librarse de mi demoledora loa. Latinoamérica nos ha regalado algunas de las mejores y más grandes divas, las más maquilladas, las más exageradas, las más pasionales, las más dispuestas a imponer sus rotundas fisonomías y su alucinante modo de entender la estética. Todas y cada una de ellas sencillamente impagables. Usted, que es adicto@ a los culebrones, sabe a lo que me refiero* (pié de pag. ¡Es que llamarse Emperatriz Ferrer, Topacio Negro, Rubí, Cristal, Luz Clarita...!)

En esta limitada lista copan el ranking las argentinas y las cubanas, pero son muchas otras las que “son y no están”. Pero desde luego las que “están, son”.

1 ISABEL SARLI
Comencemos por Argentina, un país adorable donde he viajado multitud de veces, en el cual probablemente nací en alguna anterior reencarnación, ya que siempre me he sentido “un poco argentina” (en la línea de Susana Gimenez y Betiana Blum), y me encanta hablar con acento, sin ton ni son, de buenas a primeras, para darme caché y hacerme la extranjera aquí, en estos andurriales europeos. ¿Me entendés vos?

Allí sí que nace la inconmensurable Isabel Sarli, alias La Coca Sarli (uhm, nunca he tenido muy claro el por qué de su sobrenombre.* (pié de pag. No pensemos mal. En Argentina algo cocó, es algo bonito, y ella sin duda lo es), lugar donde es una megaestrella, y razones no le faltan. Esta miss nacional* (pié de pag. Optó a Miss Universo y todo) derivada a actriz de culto, guapa a rabiar, epicentro de mil fantasías masculinas, es una representante latina del glamour hollywoodiense, a base de abrigazos de leopardo, escotes de infarto, joyas titánicas, cardados monumentales y caniches por doquier.

Tuve la oportunidad de conocerla en persona hará unos diez años –en la rueda de prensa de su película “La Dama vuelve”* (pié de pag. En cada escena aparece con un modelito distinto, a cada cual más aparatoso. Pero ahí no acaba todo... ¡su perrito siempre va vestido igual que ella!)- y de comprobar que, además de guapísima, para colmo, se trataba de una mujer accesible, inteligente y con un sentido del humor bárbaro (Estaba convaleciente, pues acababa de ser operada de la cabeza, algo serio, ¡y soltó que estaba algo ida porque venía borracha!). Ah, iba con un vestido, ¿de qué?... ¡de leopardo!

2 NACHA GUEVARA

“Nacha Guevara” podía haber sido un título optativo para este libro, creo que con decir esto lo digo todo.

Esta otra argentina de provecho es uno de mis personajes fetiche y, como no, también hice todo lo posible por conocerla en su día. Poca gente me ha causado tanta impresión. Me refiero en el buen sentido, claro (Fuimos a darnos un beso... ¡y nos dimos un “pomulazo”, tal y como sentenció ella! ¡Qué daño!).


Nacha ha llevado todos los looks imaginables: sofisticados, vanguardistas, hippies, ochentero, rockero, punk y aparente casual. Todo le sienta genial. Todo lo hace bien. No se equivoca nunca* (pié de pag. Salvo cuando publicó aquel disco de sevillanas, que era como de no dar crédito). Y yo soy muy objetiva. De mayor –además de cómo Alaska y Nina Hagen- me gustaría ser como ella... es decir, pasarme toda la vida aparentando no más allá de treinta años.

3 HERMANAS BENÍTEZ

En el puesto número tres no nos encontramos a una mujer, si no a tres. Tres auténticos monumentos al glamour caribeño (¡Lo que ha dado Cuba!), a los moños colosales, a las curvas más pronunciadas, a los rabillos del ojo más marcados... todo ello multiplicado siempre por tres.

Yendo, como iban siempre, vestidas, maquilladas y peinadas iguales (Por no mencionar que se movían siguiendo siempre una coreografía), han logrado convertirse en máximas representantes del glamour clónico, del que Las Trillizas de Oro también fueron punta de lanza, aunque no tanto, por descafeinadas. En definitiva: en el mundo ha habido muchas hermanas, pero ningunas como Las Hermanas Benítez (Como mucho Las Hermanas Goggi... pero sólo era dos). Ni Ronettes ni nada.

4 YMA SUMAC
Adentrémonos ahora en ese Perú de Machupicchus, no sólo de Fujimoris, y topémonos con uno de los símbolos del glamour latinoamericano más internacional. Su nombre verdadero es Zoila Augusta Emperatriz Chavarri del Castillo... ¡Augusta Emperatriz! (¡Santísimo cielo, esos padres! ¡Qué delirios de grandeza!), conocida mejor por su nombre artístico: la gran Yma Sumac.


Esta virtuosa cantante se autopresentaba como Alta Sacerdotisa de los Incas y Virgen del Sol, unos títulos rarísimos –probablemente inventados por su representante- que la otorgaban (Junto a la gran cantidad de eye-liner y esas cejas a lo Doctor Spock) un halo místico, exótico e intransparente muy efectivo para triunfar incluso en Hollywood. Ella, gran entendida en marketing, insistía en ser una princesa, descendiente directa del último emperador inca, asesinado por Pizarro mogollón de tiempo atrás. Y a quien lo ponía en duda, le gritaba con esas casi cinco octavas que alcanzaba cuando la contradecían.

Aún hoy luce una imagen extraordinaria, convertida en la Zsa Zsa Gabor del hemisferio sur. Se la podría calificar como “la Nina Hagen” latinoamericana. De hecho a Nina Hagen se la podría calificar como la Yma Sumac europea, más bien.

5 CARMEN MIRANDA

Seguimos en Sudamérica. Carmen Miranda nació en Portugal, sí, pero se fue a vivir a Río de Janeiro, Brasil, cuando era demasiado pequeña para sostener ni un sólo plátano con la cabeza. Tiempo después se convertiría en una famosa artista que cantó, bailó, interpretó y, sobre todo, lució como nadie esos tocados que eran auténticas fruterías ambulantes. No hay que olvidar su dentadura, que parecía una pared de baldosines blancos. Su prematura muerte no hizo otra cosa que inmortalizarla todavía más.

6 MARÍA FÉLIX

Viajemos a México, cuna de mujeres de gran carácter (Kety Jurado, Dolores del Río, Lola Beltrán, ¡Gloria Trevi!...). Allí nos encontramos a María Félix, apodada La Doña, y no me extraña. La elegancia indiscutible que emanaba esta señora fue una influencia para muchas, incluida nuestra Sara Montiel.

A pesar de la adoración que siempre sintió hacia ella el pueblo mejicano, fue duramente criticada por aparecerse vestida con pantalones en el funeral de su esposo, Jorge Negrete, lo cual en esa época no era bien visto. Pero ella demostró que en cuestión de estética... los pantalones los llevaba ella. ¡Así se hace!

7 LA LUPE
No podemos olvidarnos de esa cubana amante de las pestañas postizas, de las pelucas y de los sombreros puestos encima de las pelucas.


La Lupe fue mucho más que una latina con pantalones de campana y todo lo peor de la estética de los años `60 y `70. La Lupe, también conocida como La Yiyiyi, era una fuerza de la naturaleza que cada vez que pisaba el escenario y se metía de lleno en la historia que estaba cantando, era muy capaz de empezar a arrancarse la ropa y tirar los zapatos a un amante invisible. De tal modo que era cantante y performance.

Sensual y abigarrada, aún más excesiva por dentro que por fuera, La Lupe se ha convertido en un icono pop que no podía ni debía faltar en esta lista.* (pié de pag. La Lupe, al igual que Betty Page, forman parte de ese grupo de artistas que sufren o han sufrido lo que yo denomino “Síndrome de María Magdalena”. Este mal consiste en que después de una vida licenciosa en la que han hecho todo lo que les ha salido de la coliflor, terminan sus días como arrepintiéndose de todo, metiéndose en sectas religiosas y cantando tonterías al Señor, en plan «¡Uy, pues no sé en que podía haber estado yo pensando los últimos cincuenta años de mi vida para haber pecado tanto. Para mí que ha sido cosa de Satán, porque sino no me lo explico, chico, de verdad.» )

8 LUPE VÉLEZ

Y de una Lupe, a otra. La bellísima, y en ocasiones hasta rubia, actriz mexicana Lupe Vélez, fue una prototípica vamp en los primeros años del cine hollywoodiense.

Ella puso de moda, mucho antes que Marilyn Monroe, lo de suicidarse a los treinta y seis años. Además, entre otros, se casó con Tarzán, que es otro puntazo, por no hablar que antes que diva fue... ¡novicia! (Iba para monja, pero se salió).

Ella fue testigo y parte en el nacimiento del glamour liderado por el star-system, y de ninguna manera iba a olvidarme de ella.

9 EVA PERÓN

De nuevo recalamos en Argentina para toparnos con todo un mito: Evita Perón.

Protagonista de la Historia de su país, y protagonista indirecta de musicales, esta rubia de bote demostró lo que es renunciar al “glamour para pobres” y escalar todo lo escalable para conseguir lucir auténticas joyas y vestidos-carpa.

Independientemente de su presencia política y su importante contribución social, nos queda la imagen de una mujer elegante incluso hasta la estridencia, que supo luchar por los más desfavorecidos y apoyar el feminismo, todo ello sin renunciar a las galas más lustrosas. Aún se recuerda cuando llegó a España (En agosto) con un abrigo de visón, del que no se desprendía ni para ducharse.


10 CELIA CRUZ

Terminemos con ese torbellino llamado Celia Cruz. Celia, cubana anticastrista, fue, con creces, la más atrevida de todas, superando de largo a muchas drag-queens, con sus plataformas, su pelo (Por no hablar de sus pelucas) y sus ropas increíbles.

Se negó a aclarar si nació en 1920, en 1924 o en 1925 (Probablemente fue incluso antes), signo de coquetería de esta mujer que se atrevió con absolutamente todo. Su concepto del espectáculo pasaba tanto por El Circo del Sol, como por el cabaret alemán de los años `30 como por la revista, el punk, el pop y el glam de los `70. Todo en ella era exagerado y extremo. Su grito de guerra endulzaba la mezcolanza de brillos, colores, texturas y tamaños. ¡Azucaaaaaaaaaar!


jueves, 4 de septiembre de 2008

La parada de Pete Burns

No, ni mucho menos quiero decir que la PETE BURNS sea una mema, ¡todo lo contrario! ¡Menuda es ella! Simplemente resulta que Pete es una de mis monstruas favoritas, y de hecho cada día que pasa lo es más (más monstrua y más favorita mía, ambas cosas). Era un simple guiño a Tod Browning, a quien ya mencioné en Mi extraña dama, pues yo siempre que puedo recurro a él, ya que me resulta la mar de procedente, máxime cuando una hace referencia a petardas de mi estirpe y calado.


Recientemente coincidí con él/ella en una gala (con Pete Burns, no con Tod Browning, que estará más muerta que Tamara/Ámbar/Yurena, el pobre), cosa que me llenó de orgullo y satisfacción, como si de un Rey Juan Carlos I me tratara, en pleno discurso navideño. “Realmente”, estando a su lado, está muy claro que la reina absoluta es ella… y yo no soy “más que una diosa”.


Este fortuito, sorprendente y, que digamos, no excesivamente agradable encuentro (aunque ahora, distorsionado por el tiempo y la humillación, lo recuerdo todo distinto, casi con ternura) lo plasmé en mi página mensual de la revista GAYBARCELONA (junio `08), sección MI MIRADA, colaboración en la que siempre incluyo un autógrafo del personaje en cuestión, dedicado a los lectores.



Bueno, pues sin más preámbulos, ya que esta bicha no necesita presentación, os pego ese artículo, e incluyo alguna foto (por cierto, me he vuelto loca intentando elegir fotos en Internet, ¡hay miles! ¡y a cada cual más imposible!) y vídeos de este maravilloso esperpento, Pete Burns, el hijo travesti del Sr. Burns, la mala-malísima de Los Simpson… digo yo, me pega mucho.


CUIDADO CON “LA PERRA”

Pete Burns, líder del emblemático grupo Dear or Alive, puso su tacón en la España insular, y no perdí la oportunidad de comprobar –y sufrir- su fama de travesti macarra.


L@s que además de maquillado, posean un ojo avizor, se habrán percatado de que –¡a propósito de ojo!- en esta sección titulada “Mi mirada”, que tan amablemente me propusieron conducir hace unos meses mis amigos –pero sin embargo jefes- de GAYBARCELONA, vengo presentando mi personal visión de artistas varios, y de varias disciplinas, incluyendo siempre, además de un atractivo material fotográfico, un autógrafo en exclusiva para los adeptos a esta revista (También se habrán percatado de mi abuso de las comas y mi despiadado ninguneo al punto y seguido. Es que me gusta que mis lectores se exciten con los primeros síntomas de la asfixia, si no con mi verbo de periodista frustrada).



El mes pasado, tristemente, me vi en la tesitura de tener que romper esta dinámica, y dedicar esta doble página a la memoria de mi querido Dimas, que me dejó en lo mejor de su vida, debido a un estúpido accidente. Todos los amantes de los animales entenderán mi postura, y el lamentable estado emocional que lucía a la sazón. Dos meses después tengo una nueva criatura en mi casa, e ilusiones renovadas, además de esa cicatriz en el corazón que me hará recordar siempre a mi primer bulldog.

Retomo ahora mi línea y paso a contaros la experiencia, no sé si religiosa, acaso peligrosa, que viví este mayo, cuando los hados urdieron el imprevisto encontronazo entre Diossa y Malyzzia y, ni más ni menos, que Pete Burns, el cantante del grupo Dear or Alive, que muchos conoceréis aunque sólo sea por su éxito “You spin me round” (a el/ella también se le conoce por ser uno de los seres humanos con más operaciones de cirugía por centímetro cuadrado de piel, dicho sea de paso y sin ánimo alguno de crítica).



Tampoco cambio tanto de tercio, puesto que tras recordar a ese maravilloso bulldog inglés, paso ahora a disertar sobre “una perra bastante británica”. Sin lugar a dudas Pete Burns es uno de los personajes más controvertidos del pop a escala planetaria, y de todos los tiempos.

Desde luego no voy a esquematizar ahora una biografía del susodicho, porque sería insultar la inteligencia de todos vosotros, ya que hablamos de uno de esos divos que no necesitan presentación alguna, que son iconos absolutos del mundo gay, por derecho propio. En cuanto a todo aquel que, debido a pertenecer a una jovencísima generación que apenas nació en los `80s, no conozca a esta estrellona megalítica, solo puedo deciros que estáis en la obligación absoluta de documentaros, informaros y ser conscientes del bagaje audiovisual que ha hecho de la cultura homosexual lo que es hoy, y a la que bien que os gusta pertenecer. Ya lo hice yo, pubescente perdida, con Quentin Crisp y otros muchos.


En resumidas cuentas, que se me va el tiempo y los caracteres acordados, Malyzzia y yo llegamos a Maspalomas, en Gran Canaria, para ejercer de presentadoras de la Gala del Gay Pride `08 que ellos celebran a principios de mayo, porque para qué esperar al 28 de junio con tantísima musculoca congregada ya en primavera, ansiosas por desfilar. Cual sería nuestra sorpresa cuando a final de escaleta vimos que aparecía el nombre de Pete Burns –sin Dead or Alive-, como cierre del evento. ¡Nosotras presentando a Pete Burns, qué fuerte! Me acordé de cuando en 2005 presentamos en el Pride de Madrid a Marc Almond (sin Soft Cell). Solo por estas cosas una está encantada de dedicarse al artisteo.

Finalmente Pete Burns no actuó. Para ser elegante diré que nuestro ídolo se encontraba algo indispuesta. Mejor habría que decir que estaba muy indispuesta... y quitar el “indis”. Tras la Gala se organizó una pequeña fiesta para los artistas. Cuando llegamos Malyzzia y yo al privado sólo encontramos a una chica vestida con un traje de novia (!) sentada junto a un chulo en un sillón, lo cual nos pareció ciertamente surrealista. La dama en cuestión resultó ser el mismísimo Pete Burns, aunque a bote pronto parecía más bien La Veneno con ochenta quilos menos. Para no parecer unas paletas la ignoramos y nos sentamos al lado. Ella nos ignoró todavía más, y ni corta ni perezosa se quitó el vestido, se quedó en bragas, sacó un modelito de lentejuelas del bolso y se lo plantó.



Entonces llegaron el resto de invitados y la party se animó. Fue cuando decidí pedirle un autógrafo (para Gay Barcelona, no para mí, por supuesto, aunque me encanta, pero qué humillación para una diva como yo...), y como soy muy educada –y precavida, y conozco su fama de conflictivo- antes pregunté a una persona de la organización si creía procedente el acercamiento. Me contestaron literalmente que igual me podía dar un autógrafo que con un vaso en la cabeza, que era imprevisible y les tenía a todos locos desde su llegada.

Me armé de valor, como quien se acerca a una casa donde avisan de can agresivo, y con la mejor de mis sonrisas, y con mi mejor inglés, me acerqué a él, papel y boli en ristre. Me dio la espalda para firmar el garabato, y sin volverse hacia mí me tiró hacia atrás el papel, por encima del hombro, con tal desconsideración que no supe si echarme a reír o darle un tirón de pelos (me hubiera quedado con su peluca en la mano). Opté por recordar a tantos y tantos astros que mantienen las buenas maneras con sus fans (incluido Marc Almond) y, por otro lado, comprendí que uno más de los “encantos” de Pete Burns es que es tal cual es, y que no es ni más ni menos que como hay que aceptarle. Y me sigue gustando tanto como siempre. Quizá más. ¡Pero desde luego una cosa es ser punki y otra muy distinta una grosera sin modales, bonita!


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