Petarnautas, petardícolas. Todo tipo de seres petardoides:
Sé que estáis ahí (no tengo más que observar ese marcador que sube como la inflación, o como un pastel correctamente horneado). Yo también estoy ahí, aunque no lo parezca. Sí, sé que os he tenido un poco abandonados... pero es que os estaba maleducando. Os estaba acostumbrando a mis “siete entradas mensuales”... y no puede ser. Sí, ya sé que el siete es un número mágico y cabalístico, sagrado casi... ¡pero es que yo no respeto ni a las cifras!
Lo bueno ha de hacerse rogar, y más cuando estamos hablando de una diva. Además, una petarda media es inconstante por naturaleza. Para colmo yo no soy una petarda media, soy una petarda de alto rango, una Petarda Máxima. Lo mío es Alto Petardeo, ya sabéis. O sea, que puedo llegar a ser la inconstancia personificada, aunque en el fondo pertenezca a una extraña variedad conocida como "hormiga anfetamínica". Vamos, que yo soy excesiva para todo, tanto para trabajar como para vaguear.
De todos modos, a pesar de mi apariencia divina... soy humana. Lo que ha ocurrido es que la tan mencionada crisis ha llegado también a este blog. Por supuesto que la mía no se trata de una crisis económica, ¡qué vulgaridad! Tampoco hablamos de una crisis de identidad (aunque esto último sería más factible), puesto que a mis años, y con mi arrolladora personalidad, esto ya casi no se da (por mucho que una ostente –en precario equilibrio- varias personalidades, ¡soy un poco tripolar!). En cuanto a mi imaginación, mi inventiva, etc, también se encuentran en perfecto estado de salud (o al menos con el mismo que de costumbre), de tal manera que de crisis creativa, nada. Crisis nerviosa tampoco... porque de hecho ese es mi estado normal.
Sé que estáis ahí (no tengo más que observar ese marcador que sube como la inflación, o como un pastel correctamente horneado). Yo también estoy ahí, aunque no lo parezca. Sí, sé que os he tenido un poco abandonados... pero es que os estaba maleducando. Os estaba acostumbrando a mis “siete entradas mensuales”... y no puede ser. Sí, ya sé que el siete es un número mágico y cabalístico, sagrado casi... ¡pero es que yo no respeto ni a las cifras!
Lo bueno ha de hacerse rogar, y más cuando estamos hablando de una diva. Además, una petarda media es inconstante por naturaleza. Para colmo yo no soy una petarda media, soy una petarda de alto rango, una Petarda Máxima. Lo mío es Alto Petardeo, ya sabéis. O sea, que puedo llegar a ser la inconstancia personificada, aunque en el fondo pertenezca a una extraña variedad conocida como "hormiga anfetamínica". Vamos, que yo soy excesiva para todo, tanto para trabajar como para vaguear.
De todos modos, a pesar de mi apariencia divina... soy humana. Lo que ha ocurrido es que la tan mencionada crisis ha llegado también a este blog. Por supuesto que la mía no se trata de una crisis económica, ¡qué vulgaridad! Tampoco hablamos de una crisis de identidad (aunque esto último sería más factible), puesto que a mis años, y con mi arrolladora personalidad, esto ya casi no se da (por mucho que una ostente –en precario equilibrio- varias personalidades, ¡soy un poco tripolar!). En cuanto a mi imaginación, mi inventiva, etc, también se encuentran en perfecto estado de salud (o al menos con el mismo que de costumbre), de tal manera que de crisis creativa, nada. Crisis nerviosa tampoco... porque de hecho ese es mi estado normal.
Yo hablaría abiertamente de una crisis de pareja. No, por supuesto que no hago referencia a la que formo con Malyzzia. Me refiero a otra tanto o más interesante/estresante... la que formo con mi ordenador. Bien, pues no nos hemos puesto de acuerdo, y las pocas veces que me he animado a esa simbólica cópula, o me encontraba con que no tenía nada que decirle, o en el mejor de los casos éramos vilmente interrumpidos en el momento de poder llegar a crear algo. Estas cosas a veces pasan.
Por otro lado, en este mes de octubre he tenido tantos y tantos quehaceres que, la verdad, he relegado a mi blog al final de la cola de mis asuntos pendientes. Pero ya se sabe que los últimos serán los primeros (?), que la cabra siempre tira al monte y que el asesino siempre vuelve al lugar del crimen, por muy perfecto que sea este.
Y aquí estoy YO de nuevo, dispuesta a seguir imponiendo mi criterio en esta pequeña ciber-parcela, reserva espiritual del petardeo patrio. Dispuesta a continuar ignorando cualquier eventual crisis más o menos pasajera, más o menos mía, o más o menos mundial.
Amigas petardas... la crisis no existe (!), porque la crisis no es más que un estado de conciencia, una aptitud, una actitud que podemos vivir con toda la alegría y toda la ceguera que se nos antoje. Porque como dijo Santa Teresa –y yo sigo mucho sus enseñanzas, porque era una visionaria de muchísimo cuidado, y probablemente una punky también-: “Nunca pasa nada. Y si pasa, qué importa. Y si importa... ¡qué pasa!”. Me encanta Santa Teresa.
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