Aquí estoy de nuevo.
¿Estás leyendo mi blog? ¿Ahora? ¿A las 21:00 h. del sábado 18 de abril? ¡Pues no deberías! ¡Deberías estar pegado a la televisión, viendo la 2 de Tve! ¡Porque FANGORIA está cantando en directo y Alaska y Nacho están siendo entrevistados! ¡Sí, en el programa No disparen al pianista!
Aquí os dejo mi colaboración de este mes en la revista GAYBARCELONA (sección MI MIRADA), dedicada a FANGORIA. Generalmente suelo esperar más tiempo para publicar en Internet mis artículos, pero esto procedía total. ¡Y a ver si dejáis algún comentario, cerdas mudas mancas!
Y ahora voy a seguir viendo la tele.
Fangoria cosecha en estos momentos el mayor de sus éxitos discográficos tras la reciente publicación de su álbum Absolutamente. Alaska y Nacho Canut se convierten hoy en lo que han sido siempre para mí: el centro de Mi mirada.
Si observamos el panorama musical nacional, que yo me atrevería a calificar de artísticamente anclado en el medievo, nos encontramos con que
Fangoria, es decir
Alaska y Nacho Canut (tanto monta...) no sólo son un mundo aparte, sino que ostentan la calidad de legítimos monarcas. Son los “reyes absolutos” –que no
absolutistas- de la música moderna española en diversas de sus vertientes, ya sea electrónica, glam, pop, rock, dance... O quizá sean como aquel Miguel Bosé en
El caballero del dragón: unos auténticos marcianos en ese panorama oscurantista de la Edad Media musical actual.
Olvido y Nacho llevan treinta largos, exitosos, profanos, carnales, fatales, mortales, infernales, efímeros, extraños y absolutamente fabulosos años deleitándonos con su forma de entender y vivir la música, educando a varias generaciones de admiradores y obsequiándonos con un buen número de maravillosas canciones, muchas de las cuales se han convertido en
hits que ya forman parte de la cultura emocional de este país, y de un modo aún más específico del inconsciente colectivo del colectivo gay. A golpe de himnos han pasado a ser los autores de la B.S.O. de nuestra vida. A ellos debemos que muchos de nuestros recuerdos vayan inevitablemente ligados a los acordes de una u otra creación.
Soy fan acérrima de
Fangoria, no lo oculto –se me nota demasiado-, pero también me considero objetiva hasta decir basta (es lo que conlleva años y años de ver, leer, escuchar,
navegar...). Y, justamente, el hecho de haber tenido la oportunidad de llegar a conocer y tratar a estos dos artistas, me otorga una visión aún más realista y más completa, por mucho que otros piensen que la cercanía distorsiona. En cualquier caso me da igual; me encantan y punto. ¿Qué artista, especialmente prolífico, puede conseguir no decepcionar –y, de hecho, incluso sorprender- a sus seguidores durante tanto tiempo? Si alguien cree que eso no tiene mérito, entonces es que desconoce por completo el mundo del espectáculo, y que está loco. Súbdita soy de Sus Majestades desde que aparecieron por primera vez en mi pantalla, entonando
Horror en el hipermercado.
Fangoria celebra ahora su 20º Aniversario con un disco que resulta redondo no sólo por su propia forma, sino además por estar compuesto por un puñado de joyas de la corona que, sin abandonar el genuino sonido característico del grupo, por momentos te recuerdan a aquella
Alaska de
Pegamoides que entonaba sus mejores grabes, como te transportan a las inolvidables melodías de
Dinarama, tan añoradas por aquellos que vivimos la época. Un álbum, para más lujo, producido por
Neal X y
Tony James (
Sigue Sigue Sputnik), los cuales han sabido entender y potenciar tanto la voz de
Olvido como esos ritmos y esas letras que voltean entre lo lúdico y el desencanto, el intimismo y la frivolidad, lo oscuro y lo claro, el negro y el plata, la marca de la casa. Trece canciones, porque ellos no temen el estigma. Un tratamiento claramente diferente al de anteriores discos, y probablemente aún más diferente que el próximo. Siempre en tierra de nadie, un paso por delante, y un millón de kilómetros por detrás.
No podrían haber elegido mejor título.
Absolutamente es una nueva declaración de principios, una nueva clase magistral, un nuevo bofetón a la industria, al
stablishmen (e incluso a alguno de sus supuestos “seguidores”), la demostración perpetua de que hubo y continúa habiendo vida después de
La Movida, pese a todos esos grupos que perviven masticando viejos éxitos.
Fangoria,
Nacho y Olvido,
Alaska y Canut, los Amos, los Reyes, han vuelto a otorgar audiencia y sentar cátedra. Han vuelto a materializar su talento, su experiencia, esa genialidad connatural de la que hacen gala sin proponérselo voluntariamente, limitándose nada más a hacer lo que más les gusta. Siempre en continua búsqueda, reinventándose, experimentando, avanzando, y a la vez consiguiendo mantener la esencia de lo que siempre han sido y de lo que les ha gustado e influenciado, sin más, permaneciendo fieles a sí mismos y, en última instancia, haciendo lo que les viene en gana, sea o no comprendido a tiempo real.
Fangoria, unos reyes que guiñan el ojo a
Warhol, y como él rodean el trono con su propia corte, cíclico privilegio, creando su propio universo, un microcosmos de chulos, travestis, amigos, colaboradores y arte alternativo por doquier, soberanos de lo anárquico en la república de la creatividad. Una familia absolutamente
underground, una mentalidad absolutamente pop, un disco absolutamente... eso,
Absolutamente.
Concluyo mi oda de bufona-trovadora parafraseando la máxima: “Los Reyes han vuelto, ¡viva los Reyes!”