Escribir, algo que algunas personas necesitamos casi como oxígeno, por todo lo que conlleva de exorcismo personal, en determinadas circunstancias se torna un hecho doloroso, insoportable. Resulta paradójico e inquietante.
Esta es mi situación actual. Algo me impulsa a gritar lo que siento, a soltarlo con furia a los cuatro vientos... pero a la vez el mensaje me golpea las sienes, me traspasa el cerebro: mi amigo ha muerto.
Por eso prefiero pensar que LEOPOLDO ha hecho uso de sus “Alas”, de las de su egregio apellido, y ha decidido dar un garbeo por el cielo. Ahora podrá cenar con Marilyn, charlar con Capote y dar un paseo a Dimas, mi perro.
Lo sé, él estará protegiéndonos. El que fuera tan buen amigo de todos, tan divertido, tan tierno, ahora tendrá si cabe más trabajo, y desde allá donde esté seguirá ofreciéndonos energía y consejo.
Esta es mi situación actual. Algo me impulsa a gritar lo que siento, a soltarlo con furia a los cuatro vientos... pero a la vez el mensaje me golpea las sienes, me traspasa el cerebro: mi amigo ha muerto.
Por eso prefiero pensar que LEOPOLDO ha hecho uso de sus “Alas”, de las de su egregio apellido, y ha decidido dar un garbeo por el cielo. Ahora podrá cenar con Marilyn, charlar con Capote y dar un paseo a Dimas, mi perro.
Lo sé, él estará protegiéndonos. El que fuera tan buen amigo de todos, tan divertido, tan tierno, ahora tendrá si cabe más trabajo, y desde allá donde esté seguirá ofreciéndonos energía y consejo.
No ha desaparecido; se ha dividido en mil pequeños pedazos, que han ido a parar a otros tantos corazones, los nuestros. Ya formaba parte de nosotros, pero ahora convierto en talismán su recuerdo.
Aunque me embarga la pena, la rabia, cierto desconcierto, me niego a derrumbarme, él no hubiera estado de acuerdo. Elijo, sin opciones, recordar su voz, su sonrisa, su paseo por este mundo hoy un poquito más yermo.
Gracias, LEOPOLDO, por todo cuanto me diste. Gracias por haberte conocido, por hacerme sentir orgullosa de que un ser como tú haya sido mi amigo. No sé cómo lo hacías, pero intentaré emularte, procuraré ser mejor persona.
Planea por nuestras vidas, agita tus alas de poeta inquieto. Revolotea como una mariposa y cruza veloz el cielo, como un poderoso halcón, elegante y pequeño. Desde el suelo te miramos, ahora somos tus viudos y huérfanos.
Querido LEOPOLDO, tienes que estar contento. Nos dejas tu obra, nos dejas mil recuerdos. Nos dejas un buen sabor de boca. Sí, también nos dejas hechos polvo, porque se necesitan ángeles como tu... pero en la tierra, no en el cielo.
Simplemente se me ocurre decirte que te siento, y que te quiero.
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