debut y ¿despedida?

Hoy es un día cualquiera... el mejor día para hacer cualquier cosa, incluyendo inaugurar este blog. No, de hecho hoy es sábado, 5 de julio, día en que Madrid rebosa de músculos, alegría, glamour, reivindicación, alcohol... Hoy se ha celebrado la Cabalgata del Orgullo Gay del año 2008. O sea que no es un día tan cualquiera, es un día de alguna manera especial. Mejor día entonces para inaugurar esta “Bitácora de la Perfecta Petarda”, el blog de Diossa, ¿no? Sí, yo creo que sí.


Reposo estas curvas que dios, o la genética, no tuvieron a bien facilitarme (pero que yo me agencié a base de tecnología punta y rellenos varios) en la aerodinámica butaca del despacho-estudio de mi espectacular y céntrica y envidiable vivienda plurifamiliar, dispuesta a clavar las uñas esculturadas, y decoradas con esmaltes policromáticos, en el ergonómico teclado de mi prohibitivo ordenador última generación. Dispuesta, y bien dispuesta, a descargar en su disco duro y erecto todo lo que se me pase por el pelucón –rubio, reflejos rosa-, decidida a dar, a partir de hoy, buena cuenta de todo cuanto suceda a mi alrededor, o cuanto bulla en mi interior. Todas ellas cosas inolvidables, maravillosas y superinteresantes, como no puede ser de otro modo en un ser tocado por la varita mágica de la suerte y la fortuna como yo. Y me quedo corta porque no me gusta pecar de inmodesta.

A veces me pregunto por qué seré tan especial y tan perfecta, tan ideal, tan genuina, tan... auténtica, todo ello muy a pesar de mi artificial aspecto (que bien pensado no lo es tanto... sobre todo si una echa un vistazo a su alrededor). Ya me lo decía la otra noche un gurú en un sarao (¡un gurú en un sarao!): «usted, señorita (¡señorita!... ¡pero si estoy casada!), por fuera se ve artificial, pero por dentro es muy auténtica». Esto, que suena muy a monólogo de mi admirada Antonia Sanjuán, me ha ocurrido en realidad, creedme.


Y como además de auténtica soy muy sincera (todo ello a pasar de ser muy falsa), primero de todo he de confesar que lo único que me ha movido a estrenar este blog ha sido la envidia. Ni si quiera lo hago porque sea muy moderna -que lo soy, of course-, menos aún porque considere que “tengo algo que decir, que aportar”, y menos todavía porque necesite comunicar con los demás, habida cuenta una supuesta, aunque inexistente, carencia de prójimos con quienes desahogarme. No, no, no, yo solo he visto que “otras” tienen blog... ¡y yo no voy a ser menos! Y punto. Así funciono yo.

Y por supuesto olvidaos de que vaya a escribir a diario o con cierta regularidad. Solo pienso escribir cuando me de la gana y se acabó. Este es el verdadero espíritu petarda. Y probablemente me aburriré enseguida de todo esto, y me meteré de lleno en otra cosa. No obstante ahora pienso ofrecerle un voto de confianza a este ramalazo bloguero. En fin, está claro que todo dependerá del número de visitas. Pero os advierto que estoy en una etapa de mi vida en que no soportaría un fracaso.

Pero eso sí, os aseguro que os dará mucho caché visitar mi blog y hablar de él. Y de paso siempre podréis enteraros de un montón de tonterías que no importan a nadie, salvo quizá a ti, y a otros como tú.

Y por supuesto, por descontado, no haré otra cosa más que hablar de mí, y promocionarme continuamente, narrando con pelos y señales todas las cosas (de índole más o menos profesional) que vaya haciendo. Todo muy patético, muy así.

También enlazaré aquí mis colaboraciones en diversos medios de comunicación, y aprovecharé, eso sí, para criticar un poco, que eso siempre gusta.

Bueno, “petarnautas”, gracias por perder parte de vuestro valioso tiempo en algo tan absurdo como presenciar la masturbación mental de un ser muy popular, pero a la vez totalmente desconocido.

Inaugurado queda.